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VASOS DE DIOS

VASOS DE DIOS




Salmos 23
1 Jehová es mi pastor; nada me faltará.
2 En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará.
3 Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.


La mejor forma de entender el concepto de ser “llenos”, es a través de la comparación de nuestra vida con un vaso, vasija o envase. El salmista David dijo en una ocasión que su copa, lo cual es representativo de un vaso o un envase, había sido llenada con aceite.

un vaso se le crea con el propósito de llenarlo y usarlo, así también nuestra vida está creada para ser llena de la gloria de Dios y para ser usada por El.

Así que, siguiendo este ejemplo y comparación, debemos preguntarnos cuales son los requisitos más imprescindibles para llenar y usar un vaso.


1- Debe estar limpio y vacío: Uno de los mayores intereses del Espíritu Santo a la hora de llenarnos es que, el contenido pueda mantenerse integro.

Efesios 5
18 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,

Ya que de la misma forma que el residuo de cualquier elemento en un vaso puede contaminar el producto depositado, así también cualquier rastro de contaminación espiritual en nuestras vidas altera lo que está siendo depositado por Dios en nosotros.

Por eso debemos escudriñarnos y ver si hay algún residuo de pecado en nuestro interior que este evitando que se derrame el peso de gloria que el Señor quiere darnos.
Pero pecado no solo es el que hace lo malo sino el que sabe hacer lo bueno y no lo hace.

Santiago 4
16 Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala;
17 y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.

Por eso, el reto más grande no es ser limpios de pecado, sino aprender a ser victoriosos.
¡Dios no podrá llenarte de Él, si estás lleno de ti mismo! Si no eres del material correcto.


2- un vaso No puede estar agrietado: Difícilmente usaríamos un vaso que este agrietado, ya que el contenido que se le derrame, terminaría saliéndose y creando un desperdicio.

Marcos 2
22 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.

Otro interés del Espíritu Santo al momento de llenarnos es que, podamos retener la valiosa llenura de Su Presencia que El nos da.

Hoy día, hay muchos que se sienten incapaces de ser llenos porque están muy conscientes de sus grietas.
La falta de perdón, la amargura, el rencor y el odio los hace sentir que son como el envase que al agrietarse se debe echar a la basura.

Pero Dios no es como nosotros y nunca echa a la basura un vaso roto.
Él es un Alfarero que toma una vasija rota en sus manos, la pone en la rueda, y la hace nueva completamente. Si existe alguna grieta en nosotros, solo tenemos que visitar la casa del Alfarero; Él se encargará del resto.

Jeremías 18
2 Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oir mis palabras.
3 Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda.
4 Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.
5 Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
6 No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.

3- el vaso tiene que estar en la posición correcta Si el vaso no está con su entrada hacia arriba, por más que se intente será imposible llenarle. Aunque el deseo que Dios tiene de llenarnos de su Presencia es incuestionable, a la postre dependerá de nuestra disposición que esto suceda.

La desobediencia y la falta de sometimiento es lo que nos pone espiritualmente en una posición invertida que nos priva de ser llenos del perfume del Perfumista.

Una actitud así nos podría convertir como la piedra del río, que después de haber estado por años sumergida en el agua, al ser sacada y partida a la mitad, se descubre que esta seca por dentro; el agua cubrió su exterior pero nunca llego a penetrar su interior.

Un vaso que nunca ha sido llenado, nunca ha realizado el propósito por el cual fue hecho.
El paralelo con nosotros es innegable, cuando no hemos dejado que el Espíritu Santo nos llene con la Plenitud del poder de Dios, no hemos llevado a cabo el propósito por el cual fuimos creados.

¡Fuiste creado para llevar el contenido de Dios en ti.

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