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A DONDE VA TU BARCA

A DONDE VA TU BARCA



Marcos 6
46 Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar;
47 y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra.
48 Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.
49 Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron;
50 porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
51 Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban.

Cuando nos encontramos en este mundo es lo mismo que estar en la barca en medio del mar luchando continuamente hasta la fatiga, y sin ver muchas veces resultados.

Y aunque luchamos hasta la fatiga; el mar no descansa para llevarnos en la dirección que él va.

Pero no solo el mar tiene su propia dirección, sino que también los vientos empujan sin parar no importando el lugar donde te encuentres.

Y esto es lo que sucede la mayoría del tiempo con cada uno de nosotros. Que nos encontramos en un grande mar que no se detiene ni un momento para arrastrarnos en su dirección y aun enfureciéndose para hundirnos.

Mateo 8
24 Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía.

Dice la palabra que ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.
Lucas 9
61 Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.
62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.

Pero este texto fuera de contexto es muy peligroso ya que mira lo que dice en:

Juan 6
19 Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo.
20 Mas él les dijo: Yo soy; no temáis.

Marcos 6
48 Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.

Estos eran hombres que habían puesto su mano en el arado pero que se estaban fatigando por el excesivo esfuerzo que estaban poniendo para mantener la barca en su rumbo o posición. Ya que como pescadores ellos conocían la ubicación exacta de pesca.

Y eso sucede con nosotros la mayoría de veces; que conocemos el punto de ubicación de nuestra bendición, pero nos cuesta demasiado mantenernos estables en ese punto, y tarde o temprano terminamos cediendo a las corrientes del mar o a la dirección de los vientos.

Por eso es que tenemos que tener cuidado como usamos la misma palabra

Bien dice el dicho; no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.

Entonces ahí es donde viene la pregunta
¿Cuál es la dirección de tu barca si te llegas a fatigar?
Porque algo es seguro. Todos nos fatigamos.

¿Pero es necesario fatigarnos, o llegar al punto de la fatiga?
No. Solo que como dice el texto al comienzo.

Marcos 6
47 y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra.

Se fueron solos y se les olvido lo más importante debido a las viejas costumbres, o a su antigua manera de hacer las cosas con sus propias fuerzas.
Se fueron solos sin entender que después de que ellos decidieron seguir al señor, tomaron también una clausula:

Mateo 28
18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Primero dice: toda potestad me es dada. Y luego dice he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Por lo tanto no es necesario llegar hasta la fatiga para lograr entender que dependemos del señor al cien por ciento.

Porque cuando tú entiendes este principio harás lo que es imposible humanamente. Y es andar sobre el mar, y hacer que el viento y la tempestad del mar se calmen por completo.

Mateo 14
28 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
29 Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.

Por eso tú tienes que verificar con quien estas andando en tu barca. Ya que el señor dentro de ti es el que calma los vientos y el mar por donde tú tienes que andar, pero también es el único que tiene el poder de hacerte andar sobre el agua. Porque tu andar no tiene que ser una constante fatiga.

Por eso dice muy claro la palabra:

1 Juan 4
1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.

La prueba de que tú tienes al señor en la barca para poder sostenerte en el rumbo y la dirección que Dios quiere; es que con el aun podrás caminar sobre el mar (harás y vivirás en cosas imposibles).


Mateo 8
26 El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.
27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?

Y todo esto sucederá en tu vida porque él te dice “YO SOY”
50 porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!

Cuando tú entiendas que él te dice:
Yo soy el que te sano.
Yo soy el que cuido.
Yo soy el que guardo.
Yo soy el que te guio.
Yo soy el que te hago andar en lo imposible.
Yo soy el que calmo las tempestades para que no te fatigues.
Yo soy el que te da vida y vida en abundancia.
Yo soy el que te prospero.
Yo soy el que te sostengo.

Porque aun en la bendición tú necesitas de Dios. Porque la abundancia también arrastra por otros rumbos cuando Dios no está.

Juan 21
10 Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar.
11 Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió.

Y la red no se rompía.



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