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SED DE DIOS parte 1

SED DE DIOS
La mayor prueba del verdadero Amor a Dios.




Si en la tierra no lo deseas, en el cielo te aburrirás de él.

Salmos 42
1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.

Para saber la medida de acercamiento a Dios, no lo podemos hacer por el solo conocimiento de Dios ni las cosas que haces para Dios, sino por la necesidad que siente tu alma a cada instante de la vida por adorar a Dios.

Esa necesidad que puede llegar a ser tan extrema, tanto que el alma no pueda ya vivir sin su amado Dios.

Salmos 63
1 Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas,
2 Para ver tu poder y tu gloria, Así como te he mirado en el santuario.
3 Porque mejor es tu misericordia que la vida; Mis labios te alabarán.
4 Así te bendeciré en mi vida; En tu nombre alzaré mis manos.
5 Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, Y con labios de júbilo te alabará mi boca,
6 Cuando me acuerde de ti en mi lecho, Cuando medite en ti en las vigilias de la noche.
7 Porque has sido mi socorro, Y así en la sombra de tus alas me regocijaré.
8 Está mi alma apegada a ti; Tu diestra me ha sostenido.
Al que verdaderamente ama, necesita y llama, esa es la SED DE DIOS y es la mayor prueba de amor.

LA HISTORIA DE UN NIÑO
A la edad de doce años puse mi confianza en mi señor Jesucristo como mi Salvador. Mi decisión fue parte de ese anhelo innato que Dios había puesto en mi corazón.

Sin embargo, puedo recordar a uno de mis amiguitos de la infancia, que fue educado por unos padres que no iban a la iglesia, ni hablaban de la Biblia y mucho menos de Dios. Cuando le dije a este amigo que había sido salvo, me respondió: “No quiero que me hables de eso”.

Aunque Dios había plantado en los corazones de ambos un anhelo por Él, nuestras vidas tomaron caminos muy diferentes. Mientras que mi madre fue lo suficientemente sabia como para alimentar mi deseo por Dios, mi amigo no fue tan afortunado. Terminó en una prisión, sin sentir ningún interés por Dios.

Lamentablemente, esta situación no es rara. Si una persona no tiene ninguna relación con Dios, y nadie le muestra el amor del Señor, comenzará a poner su mirada en las cosas que el mundo le ofrece. Y el mundo tiene un enorme menú del que muchos pueden disfrutar; ávidamente si lo deseamos.

Cuando no entendemos que Dios es el que ha puesto en nuestros corazones deseos que sólo pueden ser satisfechos por Él; muy probablemente haremos elecciones basadas en lo que nos luce más apetecible y atrayente.

Lo más cruel es que cuando lo hacemos, descubriremos que las ofertas de Satanás son abundantes. Su menú incluye dinero, poder, prestigio y adicciones. Nos susurra al oído: “Busca estas cosas, y serás feliz. No importa lo que te cueste”.
Ya que para todo mundo su prioridad es sentirte bien, es nuestra primera prioridad.

Me entristece pensar en las cosas que hace la gente para sentirse satisfecha y aceptada en la vida.

A diferencia de las ofertas de Satanás, Dios nos ofrece el “Único Camino”, Jesucristo, quien nos satisface completamente. Con Él vienen la paz, la felicidad, el gozo, el contentamiento y la seguridad.

¿Sebes porque te decepcionas de todo, de la gente, de lo que haces, y aun de lo que te dicen?

Porque tu amor esta en lo que este mundo te ofrece y no en Dios.
Podemos tener muchas cosas y lograr mucho éxito, pero sin el señor Jesús, estas cosas no significan nada.
Jamás nos sentiremos satisfechos o realizados, y jamás tendremos gozo, paz o contentamiento verdadero. Una vida sin Jesucristo es una vida miserable, en la cual solo estarás contento cuando todo te sale bien, o tus caprichos son concedidos, pero en el momento que te castillo se derrumbe todo tú te derrumbas.

Por eso permite que Dios ponga SED en ti esas sed de él, al igual que la sintió David, que inclusive llego a sentir dolor.

Dile Señor enamórame de ti.
Abre mis ojos para que pueda ver todo lo que tú haces a diario para mí.

Isaías 41
17 Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca está de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé.
18 En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la tierra seca.
19 Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente,
20 para que vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano de Jehová hace esto, y que el Santo de Israel lo creó.

¿Porque dice que no hay aguas?
Porque ya son muy pocos los lugares que tienen aguas, y por eso muchos también se van de las iglesias porque son iglesias secas; tal vez con mucho conocimiento y doctrina pare sin el fluir de Espíritu Santo.

Amos 8
11 He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová.
12 E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán.
13 En aquel tiempo las doncellas hermosas y los jóvenes desmayarán de sed.

Nuestra sed de Dios nos abrirá los ojos a una paradoja interesante: Aunque siempre tendremos hambre de Él, al mismo tiempo experimentaremos satisfacción, paz y una sensación de gozo y plenitud.

Ése es el misterio y la verdad absoluta sobre la naturaleza de nuestra relación con Dios. Aunque está siempre satisfaciéndonos, también está aumentando continuamente nuestro anhelo y nuestra hambre por más de Él.

Cuando lo que nos mueve es el hambre y la sed por el Señor, jamás dejaremos que otras cosas compitan con Él en nuestras vidas.

Y lo que es más, abra una intimidad cada vez mayor con el señor Jesucristo y esa intimidad es la que vence toda tibieza que pueda existir.

Cuando se tiene ese anhelo en el corazón por Él, nadie tendrá que rogarle que vaya la iglesia.
Nadie tendrá que insistirle que se bautice, que diezme o que viva una vida de santidad delante de Dios, al contrario, querrá hacer todo pero por amor no por imposición estas cosas.
¿Por qué?
Porque está enamorado de Jesús, quien está satisfaciendo todos los anhelos de su corazón.
Él sabe que el mundo jamás podrá satisfacerlo.


Si tienes hambre y sed de Dios, estarás totalmente interesado en aprender de la Palabra como nunca.

Sin embargo, muchas personas confunden este anhelo por el Señor, con un simple anhelo de cumplir unos mandamientos.

Entonces son personas que dirigen sus ansias de amar y de ser amadas hacia personas o cosas que no son de Dios.
¿Qué sucede entonces?
Satanás se aprovecha de la situación, y comienza a mentir, diciendo: “Dirige tu amor hacia esta persona a estas cosas; ellas te darán la satisfacción que necesitas, y terminas decepcionado.

Lucas 21
34 Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.
35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.
36 Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.


Nuestros apetitos dictan la dirección de nuestras vidas; mientras que nuestra hambre y sed de Dios, y sólo de Él, es lo único que nos proporcionará la victoria.

Salmos 42
1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.

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