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LAS LEYES DE DIOS parte 26

LAS LEYES DE DIOS parte 26
La ley de la alabanza y la adoración
La ley del amor y los cimientos




La ley del amor en el reino de los cielos se basa en lo mismo que el señor nos enseñó a través de lo que el hiso por nosotros.

Esta es una de las más difíciles de aplicar conforme al reino. Porque por medio del amor es que tienes la seguridad del que te ama. Por lo tanto tienes la certeza de lo que es tuyo.

1 de juan 4
17 En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.
18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

Los cimientos del amor deja que los forme Dios no tú.

No podemos construir una gran casa si primero no tenemos bien construidos los cimientos.
Y tampoco dejes que construyan una casa sobre tu tierra si primero Dios no ha puesto los cimientos para que se haga.

Sacudid el polvo de vuestros pies

Marcos 6
11 Y si en algún lugar no os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad.
12 Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.
13 Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.

Apocalipsis 3
20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

Continuando con la historia que vimos hace quince días lo que comenzó a suceder con aquella joven que después de que su única intención era suicidarse fue sana

Una vez llegada la noche, ya despejada y reposada, medité en lo ocurrido. De pronto las cosas a mi alrededor comenzaron a moverse fuertemente.

Caí sobre mis rodillas debido a la fuerza del movimiento, y vi esos inmensos pies frente a
mi. Me invadió un gran temor, pero a su vez un amor inexplicable. Agarré los pies y comencé a llorar. Cerré mis ojos casi inmediatamente.

No sé cuánto tiempo pasó pero por primera vez en mi vida me sentí aliviada y amada. Escuché Su voz:
"Conocerás la verdad y la verdad te hará libre" "Yo soy el camino, La verdad y la vida".

Creo que después me quedé dormida, y más adelante comencé a recordar cómo aquellos jóvenes cantaban a Jesús.

Los cantos que esos ellos entonaban eran como tributos a la persona de Jesús.
Todo lo que cantaban tenía que ver con el agradecimiento a un Dios de amor y paz.
Le cantaban canciones de amor a Jesús. Yo nunca había escuchado canciones de amor para Dios, sólo para enamorados.

Eso me llamaba muchísimo la atención. ¿Cómo alguien podía estar enamorado de Dios? Uno se enamora de una persona de carne y hueso. No de un ser astral, pensé yo.
Yo sabía muy poco de Jesús. Sabía algo del Niño Jesús, pero de este Jesús adulto no. Sólo lo que en la iglesia le cuentan a uno. Una que otra vez lo había visto en pinturas y en las películas, pero nunca me preocupé por saber más. Además, lo consideraba un ser débil y común. Colgado de una cruz. Nada más.

Jeremías 9
24 Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.

Continuando la historia

Urgencia por conocer
De pronto, sentí la urgencia de conocer más de cerca a este personaje. No tenía una Biblia pero recordé que mi madrastra sí poseía una. Ella había sido hija de pastores evangélicos pero se apartó de la fe que profesaban sus padres y dejó de ser una cristiana activa. Yo había visto ese libro negro en alguna parte de la casa.

Comencé a buscarlo y di con él. Me dio vergüenza que me vieran leyéndolo, así que me encerré en el cuarto y comencé a leer. Revisé todo.
Desde la tapa frontal hasta los mapas que habían al final. Entre más leía, menos entendía. Ni siquiera sabía qué era lo que buscaba.

Uno de los pasajes que leí decía: “Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. Así, si el Hijo los libertara, serán verdaderamente libres." Juan 8:32, 36

¿Qué verdad es esa que puede liberarme de esta amargura y prisión que llevo por dentro? Entonces continué leyendo y allí mismo estaba la respuesta:
"Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino a través de mí." Juan 14:6
Jesús, el único camino

-¿Así que Jesús es el camino por el cuál debo continuar? ¿Es a través de él que
se llega a Dios? ¿Y qué y si Dios me rechaza?.

Allí recordé mi resentimiento con Dios y todas las preguntas que me había hecho siempre con respecto a él. ¿Qué y si hallaba a un Dios tirano que lo único que le importaba era mostrarme mis errores en la cara?
¿O qué y si no me aceptaba debido a lo que yo pensaba de Él?

Empecé a leer un poco más atrás: "Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." Juan 3:16

Yo no quería perderme. Quería vida, pero vida de la de verdad.
"Jesús les dijo: Como el Padre me ha amado, así también yo los he amado."
Juan 15:9

¿A mi? ¿Me ha amado? ¿A pesar de todo lo que hice?
La maravillosa presencia de Dios
En cuanto leí estos versos en voz alta, mi cuarto se llenó de la misma presencia que había experimentado antes. Comencé a concentrarme en esa presencia, y de pronto, me abrazó de nuevo.
Sentí un amor tan grande, que ni todos los libros del mundo alcanzarían para explicar con palabras ese amor. Allí estaba Él en mi cuarto y todo lo que pude decir fue: ¡Jesús, Jesús! Solo vi sus pies... frente a mí... los abrace y cerré los ojos.

En tanto yo pronunciaba su nombre, algo dentro de mí se rompía. Toda amargura y dolor habían desaparecido. Me sentía flotar. Quería gritar de alegría.

Quería abrazar a todo el mundo y hablarles de mi nuevo amor. Mi gran amor. Por fin lo había experimentado.
El me encontró y vino en mi ayuda. El me amó. Ni todos los problemas del mundo podrían ahora separarme de él. Era real. No era un ser astral como yo pensaba. Era real.
Pude sentirlo y me dejé abrazar por Él. De mi boca brotaron las palabras: Perdóname. Perdóname Jesús. Yo no te conocía, pero ahora sé que eres verdad. Creo en tí Jesús. ¡Tú eres Dios!

Una nueva creación.

2 Corintios 5:17
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."

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