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EL ORIGEN DE LA GRATITUD 2

EL ORIGEN DE LA GRATITUD 2

1 corintios 10
30 Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello de que doy gracias?
31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
32 No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios;
33 como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.

1 corintios 15
10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.

¿Qué es lo que provoca la ingratitud?


La gratitud

Cierta vez un hombre se aproximó a mí, quejándose de que su esposa era extremadamente negligente en el cuidado de la casa. En lugar de lavar los platos y arreglar la cocina después de la cena, se sentaba en el sofá por el resto de la noche y leía un libro.

Cuando le pregunté a la esposa sobre esto, inmediatamente admitió que era verdad. Sin embargo, añadió que trabajaba doce horas al día en dos trabajos para mantener a su esposo que estudiaba en un kolel y, además de eso, estaba embarazada. Para cuando terminaba de cenar no tenía ninguna fuerza para hacer nada más, sólo relajarse y leer un libro.

Obviamente, el esposo era culpable de una ingratitud muy grande. A pesar de que era el beneficiario de esfuerzos extraordinarios por parte de su esposa, no sólo no era agradecido con su esposa, sino que estaba enojado con ella por no hacer más por él.

Esta historia ilustra una falla común en los hombres: una incapacidad para apreciar correctamente lo que Dios hace por ellos.

Esta incapacidad se vuelve notable a la luz de la cantidad enorme de beneficios físicos, emocionales y espirituales que la mayoría de los hombres reciben de parte de Dios.

Pero fácil es creer que no fuera difícil el sentirse agradecidos hacia Dios. Desafortunadamente lo contrario es verdad.

Esto se debe antes que nada a la inclinación no de agradecimiento, sino de deuda.


¿Qué es lo que provoca la ingratitud?

Proverbios 15
15 Todos los días del afligido son difíciles; Mas el de corazón contento tiene un banquete continuo.

La ingratitud humana es un mal que se deriva de Adán.

El primer pecado del hombre -la fuente de toda la maldad en él- se originó en su negativa a reconocer lo bueno con lo que Dios le había bendecido.

Si no hubiese dado por sentado todo el bien infinito con que Dios lo bendijo, nunca hubiese comido del Árbol del que tenía prohibido.

Génesis 2
15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
16 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.
20 Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.
21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.
22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.
23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.

Teniendo sentimiento de gratitud le hubiera sido imposible contradecir la voluntad de Dios.

Su respuesta a Dios cuando Él le preguntó si comió del Árbol recalca esta ingratitud: "La mujer que Tú me diste me dio de comer del árbol, y yo comí."

Adam estaba diciendo en efecto: "Yo no te la pedí; ella fue Tu idea. Si ella me persuadió para pecar, el pecado es tu culpa."

Aunque la palabra explícitamente nos dice que Dios creó a la mujer para el bien del hombre (ya que "no es bueno para el hombre que esté solo"), Adam falló en reconocer este bien.

Esta ingratitud es la causa subyacente de su pecado.

Lo que es verdad para Adam, es verdad para todos sus descendientes: la ingratitud es el origen fundamental de cualquier mal que ellos cometerían.

Cualquier persona que hiciera una pausa para reconocer que todo lo que tiene es por gracia de Dios aun su existencia misma, nunca sería capaz de ir por la vida adorándose a sí mismo.

Millones de milagros componen el mundo del hombre: el milagro de la naturaleza, el milagro de la vida, el milagro de la vista, el habla, el movimiento, el matrimonio, el milagro de tener permiso de conocer a Dios.
El corazón del hombre debería estar lleno alegría, de asombro y de gratitud por la magnificencia del mundo que Dios le ha dado.

En cambio, el hombre considera todo esto como algo que Dios le debe desde su nacimiento.

Su orgullo lo convence de que el mundo existe para su propio uso.

Lucas 12
17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes;
19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate.
20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?
21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.


Por ello el hombre trata cualquier cosa que se le da como si se la estuvieran regresando a su dueño original.
No siente que debe dar las gracias por un mundo que le pertenece a Dios.

Así, pues, resulta claro por qué la gratitud es tan rara. El mismo orgullo que no le permite reconocer el bien de Dios, milita en contra de reconocer el bien que otro ser humano le da.

Aún más, mostrar gratitud a una esposa es más difícil que mostrar gratitud a un extraño debido a la falsa concepción que la mayoría de los esposos tienen del matrimonio. Según lo dicho antes, los esposos comúnmente imaginan que es el deber de la esposa proporcionar bendición sin fin al esposo, satisfaciendo cada antojo y deseo.

De acuerdo con esto, es el deber de ella proveerlo de todas sus necesidades y hacer todo lo necesario para que avance en sus ambiciones, incluso mantenerlo financieramente. Es el deber de ella cuidar de que el esposo tenga éxito en todos sus esfuerzos, ya sea en sus estudios, en sus negocios o cualquier otra cosa. Es deber de ella hacer cualquier cosa, a cualquier hora, para hacerlo feliz.

Todo esto es su deber natural, y por lo tanto no merece las gracias por cualquier favor que le haga; lo mismo que un deudor paga un crédito a su prestamista, ella simplemente está ejecutando su obligación.


Ya que la gratitud es una precondición para la creación del amor o una perfecta relación entre dos partes

Si uno apartara un poco de tiempo diariamente -aun cinco minutos- para considerar los beneficios que recibe de Dios por medio de diferentes situaciones, la gratitud eventualmente será una reacción de banquete diario.


¿Qué tan grande es la obligación de ser agradecido?

No sólo la ingratitud es la fuente del primer pecado del hombre, sino que la gratitud es uno de los mandamientos centrales de la palabra. Entre los primeros Diez Mandamientos dados al pueblo judío en el Monte de Sinaí está el requerimiento de honrar al padre y a la madre.

Ésta es una mitzvá que incumbe a los hijos (no importando la edad) de mostrar gratitud a los padres.

La Torá está repleta de ejemplos de primera importancia acerca de hakarat hatov (gratitud).

Numerosas fuentes en la Torá escrita y en la Torá oral, hablan de la obligación de demostrar gratitud. Ningún otro atributo ha sido más discutido por los grandes pensadores judios de musar [disciplina ética].

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