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ATTE: ICLV






QUIEN MORA EN NOSOTROS

QUIEN MORA EN NOSOTROS





Juan 14

17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.
19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.
20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
22 Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?
23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.
24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.

Aquel que ha entendido lo que significa la frase “ser hijo de Dios” reflejara la imagen de Cristo constantemente en su vida, ya que él se mueve en la palabra, por la palabra y con la palabra, o sea esta fluyendo en Su Palabra, fluye en su amor, en su sabiduría, en gozo, en obras, en dones, en el fruto del Espíritu, con tal naturalidad, que pareciere que un ser superior habitase en él, y es verdad.

Juan 14:

10 No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.
11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.
12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.


El señor Jesús fluía en el Padre, esto es hablaba como Él Padre, y Hacía como ÉL ordenaba, porque sabía que el Padre moraba en él (vivía en él) y era uno con Él.

El señor Jesús quería inculcar en sus discípulos esa verdadera unidad que hay entre El Padre y El hijo, y si creían en él de esta manera ellos hablarían y harían cosas iguales o mayores, solo debían seguirle para poder creer y así poder moverse en la dimensión que él se movía. Lo sobrenatural.

Juan 14:
13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.
15 Si me amáis, guardad mis mandamientos.


Por esa unidad es que el señor Jesús se movía en milagros, ya que sabía que el que hacía estas cosas no era él sino el Padre. De igual manera si en nosotros mora Dios, seremos uno con Él , y entonces Él hará, por lo tanto los milagros nos seguirán, serán reales, y no solo sueños religiosos.

Juan 14

16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.


Lucas 3
16 respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.


Por eso la importancia de la obediencia pero con revelación, teniendo claridad de que cada cosa que se hace en el señor, nos lleva a transformaciones y resultados verdaderamente sorprendentes.
Porque el que mora en nosotros es el que hace todas las cosas; no lo que pensamos o deseamos.

El apóstol Pablo lo entendió:

Romanos 7
15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.
22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;
23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.


Por eso el bautizo no se realiza cuando tú seas perfecto, sino por causa de la imperfección, para por medio de la obediencia en Cristo, puedas obtener la recompensa de la fe.

Pero muchas veces no entendemos por qué queriendo hacer la buena voluntad de Dios, terminamos haciendo lo malo que no queríamos hacer; y es porque la maldad mora en nosotros, pero ¿Cuál maldad? La naturaleza pecaminosa con la que nacemos:

Romanos 5:12
12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron

Por eso es que somos pecadores, porque pecamos, y pecamos porque somos pecadores.
Nuestra naturaleza es pecaminosa, nuestra tendencia es la de pecar. Pero es algo que cambia cuando llegamos a Cristo. Y no es que dejamos de pecar, sino como dijo pablo; comienza una lucha entre lo que le agrada al espíritu y lo que le agrada a la carne.
Pero debemos aprender a vivir muertos al pecado.
Y esto solo se consigue por medio de Cristo, no por medio de tus obras. Por eso el bautismo debe ser obediencia por fe no por obras.

Romanos 6
6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.

Algo que ocurre en nosotros por la fe, está en:

Efesios 2:
5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,

Y esto es al ser experimentada en el bautizo

Romanos 6:
4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;
6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.
8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él;

Y todo porque el poder de Dios es el que va circuncidando directamente nuestro corazón, para luego ser resucitados a una vida en el Espíritu

Romanos 8:4
4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.

Todo esto lo que muy comúnmente se conoce como “Nacer de Nuevo” para que el Espíritu Santo more en nosotros y nos guíe a ser y no a hacer.

Porque ser es tu naturaleza, pero hacer es la obra de alguien que no ha conocido el regalo más grande que Dios nos ha dado

Romanos 5
10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
11 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.


Juan 7
“38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”

Así como el Padre moraba en Jesús, ahora es el Espíritu Santo el que mora en nosotros, enviado por el Padre cuando creímos en su hijo, como dice en las escrituras:

Juan 7
38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.

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