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UN ENCUENTRO CON EL PADRE parte 13

UN ENCUENTRO CON EL PADRE
Parte 13
Bendecidos para bendecir 2




Josué 1
6 Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.
7 Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.
8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
9 Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

Cuando solo hay un rayito de luz hay total poder para eliminar la oscuridad

En cuatro oportunidades Dios le dijo a Josué que no se apartare del camino que fuera valiente y esforzado.
Josué cumplió y Dios cumplió su promesa a un pueblo y a un hombre.

Las promesas están para que las disfrute solo aquel que como el árbol de fresas las supo disfrutar: porque fue valiente y esforzado.

¿COMO CRECER?
Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.
El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino.
Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.
La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una Fresia, floreciendo y más fresca que nunca.
El rey preguntó:
¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín sombrío?
No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresas. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: "me esforzare ser Fresia de la mejor manera que pueda".
Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mírate y date cuenta porque Dios te ha plantado en esta tierra. Porque si lo descubres sabrás como vivir sin quejarte tanto y entonces muchos podrán disfrutar de los frutos que solo tú puedes dar.
No hay posibilidad de que seas otra persona.
Podes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por vos, o podes marchitarte en tu propia condena...

Por eso No hables de lo que mata. Sino de tu propósito y te darás cuenta.

Salmo 139
16 Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas.
17 ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!
18 Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo.

Por eso No hables de lo que mata. Habla de lo que influya aliento.

Salmos 23
4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tú vara y tu cayado me infundirán aliento.
5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.


El poder de bendecir va más allá.

EL PROFESOR.
El Maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma...

- Maestro – lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas parabolas pero no nos explicas su significado...
- Pido perdón por eso. – Se disculpó el maestro – Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno.
- Gracias maestro.- respondió halagado el discípulo
- Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?
- Sí. Muchas gracias – dijo el discípulo.
- ¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?...
- Me encantaría... Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...
- No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte...
- Permíteme que te lo mastique antes de dártelo...
- No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! Se quejó, sorprendido el discípulo.

El maestro hizo una pausa y dijo:
- Si yo les explicara el sentido de cada cuento... sería como darles a comer una fruta masticada.

El bendecir es aprender a conducirse en fe

Pero eso tienes que ser luz, para poder mostrar el camino que cada uno debe seguir, y no cadenas para arrastrar a muchos, solo a donde tú vas.


Proverbios 25
2 Gloria de Dios es encubrir un asunto; Pero honra del rey es escudriñarlo.
3 Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra, Y para el corazón de los reyes, no hay investigación.
4 Quita las escorias de la plata, Y saldrá alhaja al fundidor.
5 Aparta al impío de la presencia del rey, Y su trono se afirmará en justicia.

Noé con su familia volvió a poblar la tierra, la conquisto, tú necesitas bendecir tu familia para que cada uno pueda conquistar su propia tierra.

De sus hijos se formaron los pueblos.
Y todo porque él creyó y obedeció a DIOS

Como piensas bendecir tus hijos son bendecidos

Bendecir no es sacrificarse, es amar

Sé como el día, que llega y se retira sin alardes.
Sé como el oasis, y da tu agua al sediento.
Sé como la luciérnaga, que, aunque pequeña emite la luz que lleva dentro.
Sé como el río, siempre hacia adelante.
Y por sobre todas las cosas, sé como el cielo:
La morada de Dios.

Nuestro problema para poder bendecir es no entender que debemos ser moradas de Dios.

Recuerda todo lo que siembres cosecharas
Trata de no sembrar tu semilla en nadie, sino la semilla que DIOS te ha entregado.

No te siembres a ti, siembra lo que Dios te a entregado.

CUENTA LA HISTORIA QUE:
En un oasis escondido entre los más lejanos paisajes del desierto, se encontraba un anciano de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras.
Su vecino, un acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio aquel anciano transpirando, mientras parecía cavar en la arena.
-¿Que tal anciano? La paz sea contigo.
-Contigo- contesto el anciano sin dejar su tarea.
-¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
-Siembro- contesto el viejo.
-¿Que siembras aquí?
-Dátiles -respondió mientras señalaba a su alrededor el palmar.
-Dátiles!!!- repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor equivocación de su vida.
-El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber algo de agua.
-No. Debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
-Dime, amigo: ¿Cuántos años tienes?
-No se... sesenta, setenta, ochenta, no se... lo he olvidado... ¿pero eso que importa?
-Mira amigo, las datileras tardan más de 50 años en crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos.
Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojala vivas hasta los 101 años, pero tú sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras.
Deja eso y ven conmigo.
-Mira, le contesta el anciano, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar estos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy e sembrado... y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.
-Me has dado una gran lección, déjame que te page con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste - y diciendo esto, aquel amigo, le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.
-Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves, a veces pasa esto: tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara.
Parecía cierto y sin embargo, mira, todavía no término de sembrar y ya coseche una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
-Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás más importante que la primera. Déjame pues que pague esta lección con otra bolsa de monedas.
-Y a veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseche no solo una, sino dos veces.
-Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte...


Es hora de que tu corazón vuelva a latir
Ven espíritu de Dios

Desciende sobre cada uno y que pueda dar fruto al cien por uno.

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