REYES SEÑORES Y SACERDOTES p36
Características individuales de los reyes
Ezequiel;
Principio de la gloria de Dios (o la llenura del espiritu)
Ezequiel es el tercero de los profetas mayores.
Isaías habla de la persona del Señor, Jeremías del juicio del Señor y Ezequiel de la gloria del Señor.
Era casado pero su esposa murió durante sus veinte años de ministerio los cuales comenzaron cuando era de la edad de 30 años— pero no le fue permitido endecharla.
Endechar: Canción triste y melancólica que se entonaba, como un lamento, en ocasiones de duelo por la muerte de alguien o por calamidades o desgracias ocurridas. Por medio de una figura oriental, Ezequiel
Ezequiel 24
15 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
16 Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas.
17 Reprime el suspirar, no hagas luto de mortuorios; ata tu turbante sobre ti, y pon tus zapatos en tus pies, y no te cubras con rebozo, ni comas pan de enlutados.
Se le mandó acostarse en su lado derecho y luego el izquierdo por 430 días; usaba espada para afeitarse; estuvo mudo por un tiempo; comía pan que había sido elaborado de tal manera que le hacía a él inmundo.
Ezequiel 4
4 Y tú te acostarás sobre tu lado izquierdo, y pondrás sobre él la maldad de la casa de Israel. El número de los días que duermas sobre él, llevarás sobre ti la maldad de ellos.
5 Yo te he dado los años de su maldad por el número de los días, trescientos noventa días; y así llevarás tú la maldad de la casa de Israel.
6 Cumplidos éstos, te acostarás sobre tu lado derecho segunda vez, y llevarás la maldad de la casa de Judá cuarenta días; día por año, día por año te lo he dado.
7 Al asedio de Jerusalén afirmarás tu rostro, y descubierto tu brazo, profetizarás contra ella.
8 Y he aquí he puesto sobre ti ataduras, y no te volverás de un lado a otro, hasta que hayas cumplido los días de tu asedio.
Hay un paralelo interesante entre las experiencias y ministerio de Juan en la isla de Patmos y las de Ezequiel junto al río Quebar. Ambos tuvieron visiones del trono y la gloria; una vez pronunciados sus juicios, vieron el templo y el río milenarios.
Pero después de esto a tres hombres les fue dada la visión del trono y la gloria de Dios: a Isaías, Juan y Ezequiel.
El énfasis es diferente en cada caso.
Para Isaías, fue el carácter santo de Dios; Juan vio veinticuatro tronos en derredor del trono de Dios y sobre ellos veinticuatro ancianos, vestidos y coronados.
Pero la visión mayor fue para Ezequiel; además de los seres vivientes y el arco, había una rueda y un Varón por encima y sobre el trono.
Ezequiel 1
1 Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios.
2 En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes,
3 vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová.
4 Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente,
5 y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre.
6 Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.
7 Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; centelleaban a manera de bronce muy bruñido.
8 Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados.
9 Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante.
10 Y el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo había en los cuatro cara de águila.
11 Así eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos.
12 Y cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volvían.
13 Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos.
14 Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos.
15 Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados.
16 El aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del crisólito. Y las cuatro tenían una misma semejanza; su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda.
17 Cuando andaban, se movían hacia sus cuatro costados; no se volvían cuando andaban.
18 Y sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro.
19 Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban.
20 Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
21 Cuando ellos andaban, andaban ellas, y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
22 Y sobre las cabezas de los seres vivientes aparecía una expansión a manera de cristal maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas.
23 Y debajo de la expansión las alas de ellos estaban derechas, extendiéndose la una hacia la otra; y cada uno tenía dos alas que cubrían su cuerpo.
24 Y oí el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como el ruido de un ejército. Cuando se paraban, bajaban sus alas.
25 Y cuando se paraban y bajaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas.
26 Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él.
27 Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor.
28 Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba.
Ezequiel termina su descripción con decir en el 1.28: “Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba”.
El Espíritu le llena. Cuatro veces se menciona al Espíritu en el pasaje: 2.2, 3.12,14,24. Esto es prioritario para cualquier hombre que entra en el servicio de Dios.
Ezequiel 2
1 Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.
2 Y luego que me habló, entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y oí al que me hablaba.
Ezequiel 3
12 Y me levantó el Espíritu, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar.
13 Oí también el sonido de las alas de los seres vivientes que se juntaban la una con la otra, y el sonido de las ruedas delante de ellos, y sonido de gran estruendo.
14 Me levantó, pues, el Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu, pero la mano de Jehová era fuerte sobre mí.
Ezequiel 3
24 Entonces entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y me habló, y me dijo: Entra, y enciérrate dentro de tu casa.
25 Y tú, oh hijo de hombre, he aquí que pondrán sobre ti cuerdas, y con ellas te ligarán, y no saldrás entre ellos.
26 Y haré que se pegue tu lengua a tu paladar, y estarás mudo, y no serás a ellos varón que reprende; porque son casa rebelde.
27 Mas cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca, y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: El que oye, oiga; y el que no quiera oir, no oiga; porque casa rebelde son.
Ningún grado académico puede sustituir la llenura del Espíritu Santo.
Pero una cosa es ser bautizado en el Espíritu pero llenado del Espíritu a menudo es según sea su condición espiritual.
Por eso le advierte a ser obediente, rehusando la rebeldía. Él sería enviado a un pueblo “de duro rostro y de empedernido corazón”, pero no debía temer ni su mirada ni su lenguaje.
Había el peligro que, estando entre ellos, llegaría a ser como ellos. Cuando Dios habló, Ezequiel tenía que obedecer sin cuestionar, y su vida muestra que cumplió en esto.
Lo que Ezequiel hizo literalmente, el siervo de Dios debe hacer simbólicamente. El estudio cuidadoso y consecutivo de las Escrituras a lo largo de la vida es una necesidad de primer orden para cualquiera que anhela ser usado de Dios en su obra. Nada debe interferir con la atención personal y diaria a la Palabra; se basa en ella todo verdadero servicio que arrojará resultados duraderos.
Una vez que había recibido su comisión, el Espíritu le levantó y Ezequiel fue a aquellos del cautiverio de Telabib que moraban junto al Quebar.
Hay aquí un principio importante, y uno que todo predicador, misionero, pastor o evangelista debe tomar a pecho.
***Tampoco conviene que bebamos licor con el borracho, o empleemos el vocabulario de la calle en un intento por ganar al joven. Pero nuestro Señor en su ministerio terrenal era tierno y comprensivo con el caído y arrepentido pecador.
El propósito o la importancia de llevar la gloria de Dios es Finalmente Ezequiel era atalaya a la casa de Israel. El Antiguo Testamento emplea esta figura a menudo. El atalaya era una especie de predicador, profeta, policía y guardia civil. De noche y de día debía estar alerta acaso venía el enemigo, preparado para advertir al pueblo de su peligro. En 3.17 al 21 él recibe sus instrucciones. Si deja de advertir al pueblo y ellos perecen, él será el culpable. Pero si les advierte y ellos no hacen caso, ellos son responsables por su suerte. La importancia de estas instrucciones a Ezequiel como atalaya se ve por el hecho que figuran al comienzo de su ministerio y de nuevo en el capítulo 33 al final de sus advertencias de juicio.
La profecía termina en una nota gloriosa. Ezequiel describe en lenguaje regio el advenimiento del reino del Mesías y la restauración y bendición de Israel. Los huesos secos viven de nuevo. Quedan liquidados los enemigos en las lejanas tierras del norte, Gog y Magog. Desde bajo el umbral del templo milenario fluye el río de sanidad y bendición. La gloriosa nube de la presencia divina, la cual abandonó el templo con tristeza y desgana en el capítulo 8, entra en el templo nuevo en 43.1 al 5. El libro termina con un gran Jehová-sama, “el Señor está allí”.
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