LAS LEYES DE DIOS parte 23
La ley de la alabanza y la adoración
El adorador del 3 y el adorador del 5.
Salmos 148
1 Alabad a Jehová desde los cielos; Alabadle en las alturas.
2 Alabadle, vosotros todos sus ángeles; Alabadle, vosotros todos sus ejércitos.
Una persona que ve el reino es una persona que deja lo malo, pero una persona que entra en el reino es una persona gobierna, que no solo ha dejado sino que toma lo que está en el reino, vive para el reino y vive por el reino (sabe que lo tiene todo en el reino y no necesita salir a tomar del mundo)
El adorador del 3 sigue al maestro, el del 5 se entrega para adorar.
Juan 3
1 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.
2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
El hombre es por naturaleza un adorador, aun si el objeto de su adoración es un ídolo.
Dios, busca verdaderos adoradores que le adoren conforme a su naturaleza “en espíritu y en verdad” (Juan 4:23) Dios es Espíritu y es Verdad, por tanto requiere del adorador su voluntad compuesta de espíritu, alma y cuerpo
Romanos 12
1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
El poder de su presencia viene cuando empezamos a experimentar un nacimiento espiritual.
Las filosofías orientales, la nueva era, la reencarnación y el control mental lamentablemente son las que llenan la mente de un cristiano para creer que tiene la presencia de Dios.
Entre lo mágico y lo religioso
Abuelita Socorro (abuela paterna) me infundía respeto y admiración. Ella quería mucho a mi mamá y siempre se la pasaba lamentando ese divorcio. Cuando yo estaba cerca de ella me sentía respaldada y protegida. La familia de mi papá nos amaba muchísimo y nos recordaban con profundo cariño. Cuando cumplí catorce años comencé a visitarles de nuevo y había veces que me quedaba varios días con mi abuelita para hacerle compañía. Esos días son inolvidables. Con qué sabiduría hablaba y cuanto amor me demostraba. Yo quería irme a vivir con ella.
Sin necesidad de decirle nada, ya ella lo sabía todo. Conocía detalles de mi vida que nunca supe cómo se enteró. Me enseñó a leer los signos en el agua y el humo. Y cuando yo leía las palmas de las manos, ella me guiaba y se maravillaba.
Juntas descubrimos lo desconocido. Lo esotérico. Nos comunicábamos por medio de la mente. Ella podía transportar objetos o moverlos a voluntad. Me mostró cómo liberar energía haciendo esto, lo que más tarde supe se conocía como experiencia paranormal.
Me enseñó las propiedades del limón ácido y el agua. En fin, un sinnúmero de cosas fascinantes para mí. Poco a poco encontré en todas estas cosas un alivio, casi una catarsis para mi ser interior. Me gustaba lo desconocido, lo sobrenatural.
Dejé de utilizar inhalantes poco a poco, (pero no por completo) aunque se me hacía difícil dejar de fumar. Entré en el mundo esotérico y comencé a indagar con respecto a las religiones orientales, la reencarnación, control mental, parapsicología, etc. Tuve varias experiencias relacionadas al "desdoblamiento" y los conocidos "viajes astrales". El poder de la sugestión, concentración y meditación también eran campos interesantes para mi.
Poco a poco le iba abriendo mi mente a fuerzas negativas y a entidades malignas, sin saber que estas eran influencias demoníacas. Yo creía que todo esto provenía de Dios.
Si alguna duda surgía, abuelita Socorro las disipaba todas. Ella era bien conocida por sus "ayudas" espirituales y dotes de "brujita". ¡Conversábamos tanto! Nos contábamos todo. Ella sabía mis más íntimos secretos y sufrimientos.
Sabía por lo que estaba pasando e intentó ayudarme a salir del abismo en que me encontraba.
Pero la tristeza y depresión parecían no desaparecer de mi vida. Ella me decía que yo debía aprender a lidiar con ello. Que eran parte de la vida y de nuestro aprendizaje.
Que eso me haría fuerte.
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