LAS PROMESAS DE DIOS parte 14
¿Cómo se cumplen las promesas y mediante que métodos?
las promesas son por medio del Espíritu Santo
Efesios 1
11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,
12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.
13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.
1 corintios 3
19 Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos.
20 Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos.
21 Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro:
22 sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro,
23 y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
Una de las cosas que dice es “Todo es vuestro”. No te que en el tema anterior hablamos de que en él todas las promesas son en el sí.
Dios te dice “Todo lo mío es tuyo”
¿Por qué razón toda es tuyo?
Porque el precio fue pagado por el Señor Jesús
Gálatas 1
3 Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo,
4 el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,
5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
En la promesa, el Padre ya nos “bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”.
Efesios 1
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,
6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,
8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,
9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,
10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,
12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.
No sólo ha resuelto hacernos hijos sino también enriquecernos, e incluso constantemente nos entrega los tesoros del reino, y ese tesoro es la palabra.
El Señor Jesucristo no nos ha hecho meramente herederos de una propiedad, sino que nos quiere llevar a disfrutar de lo nos ha dado. Como dice la Escritura: “En él así mismo tuvimos herencia”.
Y al igual que quien no tiene al hijo no tiene al padre; al igual quien tiene al padre tiene el Espíritu Santo ya que Él son las arras de la promesa, para que la promesa sea gozo y no carga.
Sabemos con toda seguridad que la herencia es nuestra, y que nosotros mismos pertenecemos a esa misma promesa.
Por eso dice que por Él somos “sellados”.
El Espíritu Santo sobre nosotros en nuestra transformación para la santificación, son certificados de que estamos en la gracia y de que somos herederos de la gloria de Dios.
Fuera de que somos salvos, tenemos esta cierta y segura evidencia, es decir, que el Espíritu del Dios vivo permanece en nosotros.
El arrepentimiento, la fe, la vida espiritual, los deseos santos, el suspirar hacia lo alto e incluso “los gemidos indecibles”, son pruebas de que el Espíritu Santo está obrando en nosotros y obrando de una manera peculiar para los herederos de la salvación.
La vida infundida por el Espíritu Santo es el gran sello del reino de Dios en nuestras almas.
*No necesitamos sueños, ni visiones, ni voces místicas, ni de sentimientos extasiados, puesto que la vivificación y la renovación del Espíritu Santo son mejores sellos que los anteriores.
El Espíritu de la promesa no prepara a los hombres para recibir una bendición que nunca ha de ser de ellos.
El que nos ha hecho exactamente para eso asegurará esa bendición que ha preparado para nosotros.
El sello del Espíritu es el mejor testimonio de nuestra parte, más que todas las emociones sentimentales que el orgullo pueda extraer de acaloradas fantasías.
Pero el Espíritu Santo no es solamente el sello de la herencia sino que es las arras de ella. Las arras son una parte de la cosa misma, dadas como la garantía del resto que habrá de entregarse en el momento establecido.
Si un hombre recibe una parte de la paga de sus seis días de trabajo a mitad de la semana, es un dinero de garantía.
En esto las arras son diferentes a una prenda, porque la prenda es devuelta cuando recibimos lo que ha sido garantizado, pero las arras no son devueltas, porque son una parte de lo que se ha prometido.
De igual manera, el Espíritu Santo es, Él mismo, una gran porción de la herencia de los santos; y al tenerlo a Él tenemos el comienzo de la perfección, del cielo y de la gloria eterna.
Al tener al Espíritu Santo tenemos el reino que le agrada al Padre dar a Sus escogidos.
Esto lo veremos con toda claridad si reflexionamos unos momentos.
Esas arras consistirán en gran medida en la santidad, y está claro que el Espíritu Santo es él nos hace santos cuando nosotros le permitimos actuar en nuestra vida, porque él lo que hará será implantarnos los comienzos del cielo. Y El cielo es victoria; y cada vez que vencemos al pecado, a satanás, al mundo y a la carne, tendremos pruebas anticipadas de que realmente estamos o hemos triunfado y de que entendemos los principios del reino.
Las mejores pruebas de lo que es el perfecto reposo es el gozo y la paz que son derramados con abundancia en nosotros por el Espíritu Santo.
Por el Espíritu de Dios, somos habilitados para deleitarnos en el Señor y gozarnos en el Dios de tantas promesas.
La comunión con el Señor Jesús, nos permite ser confirmados en el carácter para ser establecidos en la justicia, ser fuertes en el bien para vencer el mal, y ser limpiados del ego para poder encontrarlo todo en Dios;
Porque recuerda que todas las promesas son en Dios sí. Pero ese si tiene un problema; ya que todo es si, o sea o es todo o no es nada y por eso es que ni aun la salvación la disfrutamos o lao que tenemos por el momento así sea el día y la noche.
En el Espíritu Santo es que podemos llegar a ver todo lo que tenemos para poder disfrutarlas.
Por eso cuando recibimos el Espíritu Santo dejaremos de ser extraños a las bendiciones prometidas.
“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2: 9). Pero se olvidan de agregar las palabras que siguen en la misma Escritura: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu”.
1 Corintios 2
9 Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,
Esta es la vida de Dios quiere dentro de tu alma, está es la vida eterna que ha sido prometida a todos los que aman a Dios.
La vida de gloria es solamente la continuación de la vida de la gracia.
Ya que la vida de la gracia es el regalo inmerecido, pero la vida de la gloria de Dios es la manifestación del regalo en su plenitud.
Si quisiéramos conocer los racimos de Canaán, debemos entender que son traídos a nosotros por esos espías, que fueron a la buena tierra y nos ha traído de allá sus frutos para que supiéramos lo que nos esperaba.
No es solamente que habremos de recibir una herencia, sino que YA LA TENEMOS. Al tener al Espíritu Santo, recibimos la posesión dela tierra que fluye leche y miel. “Pero los que hemos creído entramos en el reposo”
Hebreos 4
3 Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto, juré en mi ira, No entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo.
4 Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día.
5 Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo.
¿Qué queda para estas personas, que han sido hechas partícipes de la herencia divina en el Hijo de Dios?,
Que caminen como es digno de su llamamiento, que es santo y celestial.
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”
Colosenses 3
1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
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