LA VERDADERA RIQUEZA

LA VERDADERA RIQUEZA




Muchos quieren lograr las cosas sin Dios, pero están vacíos de la palabra de Dios, y una persona por más éxitos intelectuales, profesionales que tenga, por más de que logre hacer grandes fortunas, si está vacío de Dios. En el momento que venga el diluvio, la sequía, o el gigante, siempre actuaran conforme a lo que hay en su corazón.

Apocalipsis 4
17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.

Sin Dios estamos vacíos, sin su palabra no existe vida, sin Dios hay muerte, sin conocimiento hay oscuridad.

Por eso las palabras de Goliat surtieron su efecto en Saúl y el pueblo de Israel:

1 Samuel 17
8 Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí.
9 Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis.
10 Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo.
11 Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo.

Pero los que se han esforzado en almacenar su palabra en el corazón y mantenerla viva no se dejaran turbar, ni amedrentar de nada, ni de nadie.

Estos solo responden a la palabra que viene de arriba y con la palabra que tienen de arriba por cuanto ya la conocen y no la tienen en poco.

Por eso los que se esfuerzan en estar llenos de una palabra viva a diario en el corazón y no solo en la mente. Estos no pierden el tiempo, escuchando las amenazas del diablo, solo actúan cuando Dios los llama a actuar por cuanto su corazón no se ha endurecido para recibir la palabra de Dios.

Efesios 4
27 ni deis lugar al diablo.

En el libro del Apocalipsis, el señor Jesús se dirige a la iglesia de Laodicea diciéndole, en primer lugar, que ella misma se considera rica, poderosa, como lo que le sucedía al rey Saúl que se creía poderoso, hasta cuando tuvo que enfrentar a Goliat. Y actuaba como si no necesitara nada; pero luego deja al descubierto cuál es su verdadera situación.

Era un pueblo "desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo" (Apocalipsis 3:4-20). Habían confundido su riqueza material, intelectual y emocional con fortaleza espiritual. La dureza de su corazón les ocultaba su verdadero estado.

Hoy en día hay muchas personas así. No ven cuál es el verdadero estado de su corazón.

El señor Jesús le dijo a los de Laodicea cómo salir de ese engaño: comprar oro de Dios y ver cuál era su verdadera situación.

Apocalipsis 4
18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico,

¿Pero porque comprar oro refinado de Dios?
¿Porque no dice vengan y tomen?
¿Cómo aplica la palabra comprar en las escrituras?

Porque al igual que a cualquier persona le cuesta sacrificio tener conocimiento en su profesión el cual cada uno dice “solo Dios sabe lo que me costó ser lo que soy y estar donde estoy” así mismo no cualquiera tiene el oro refinado de Dios.

La primera instrucción que les dio el señor Jesús para ser libres del engaño fue: "...yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego" (Apocalipsis 3:18).

Una característica del oro refinado es que es suave y maleable, este es el único que es cien por ciento libre de corrosión ya que no a sido mesclado con otras sustancias.

Cuando el oro está mezclado con otros metales (cobre, hierro, níquel, etc.). este se vuelve duro, deja de ser fácilmente maleable, y aunque es oro en su mayor parte, este se vuelve corrosivo.
Esta mezcla se llama "aleación". Cuanto mayor es el porcentaje de metales extraños, más duro es el oro. Por el contrario, cuanto menor es el porcentaje de aleación, más suave y maleable es el oro.
Inmediatamente vemos el paralelo: un corazón puro es como el oro puro (suave, maleable, manejable, e incorruptible).

En el libro de hebreos dice que los corazones son endurecidos por el engaño del pecado.

Hebreos 3
12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo;
13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.
14 Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio,
15 entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.

Por eso cuando nosotros permitimos los engaños del enemigo, estas sustancias agregadas endurecen nuestros corazones de la misma manera que una aleación endurece el oro.

Ello reduce o quita por completo la obediencia a la palabra, produciendo una pérdida de ese fuego, de ese anhelo por aprender más y más de Dios.

Entonces nuestra capacidad de escuchar la voz Dios se ve obstruida. Nuestra agudeza visual espiritual disminuye y la confundimos con las emociones.

En ese momento es cuando nuestro corazón está listo para endurecerse y ser cada día mas engañados.

Lo peor es que después de que ese oro se contamina solo hay una manera para purificarlo.

El primer paso para refinar el oro es molerlo hasta hacerlo polvo y mezclarlo con una sustancia llamada fundente. Luego, la mezcla se coloca en un horno donde se derrite a fuego intenso.

Luego de que sale del fuego se pasa a un ácido que consumirá todo aquello que no es oro.
Este proceso puede llegar a repetirse varias veces.

Entonces se quitan las impurezas, o escorias (es decir, el cobre, hierro o zinc, combinado con el fundente) con lo cual el metal precioso queda puro.

Isaías 48
9 Por amor de mi nombre diferiré mi ira, y para alabanza mía la reprimiré para no destruirte.
10 He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción.
11 Por mí, por amor de mí mismo lo haré, para que no sea amancillado mi nombre, y mi honra no la daré a otro.


I Pedro 1
7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,
8 a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;
9 obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.

Dios para poder purificar la palabra perfecta que nos da, ya que cuando la recibimos no la tenemos en estima, sino que la contaminamos con lo que traemos del mundo y del pecado, es necesario pasar por el fuego de las aflicciones, pruebas y tribulaciones, cuyo calor aparta impurezas tales como la falta de perdón, la contienda, la amargura, el enojo, la envidia, y otras similares.
Así como el cobre no se nota en una joya de oro, así el pecado se esconde fácilmente cuando no es probado como el oro.
En tiempos de prosperidad y éxito, de amistad entre los hermanos, un corazón contaminado parece amable y generoso. Pero bajo el fuego de las pruebas, las impurezas salen a la superficie. Y la dureza de su corazón se manifiesta.

"luego nos preguntamos ¿pero de dónde sale toda esta ira? Porque cuando el oro es pasado por el fuego es cuando se manifiesta lo que estaba oculto.

Mateo 10
26 Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse.

"¿Puedes ver las impurezas en el oro antes de que sea puesto al fuego?
No se pueden ver pero si se notan en la dureza del corazón.

Ahora tienes que tomar una decisión

Apocalipsis 4
17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.

Puedes continuar enfadado, culpando a los demás de tu ira, culpando a tus amigos de los engaños que has sufrido, culpando a tu pastor o la iglesia donde estas de que tu ministerio no fluya como tú quieres, o culpando a todas las personas con las que trabajas de que por ellas es que tu trabajo es un infierno, o puedes reconocer que tu corazón está contaminado y se ha endurecido.
Por esta razón, el señor Jesús aconsejó a la iglesia: "unge tus ojos con colirio, para que veas" (Apocalipsis 3:18). ¿Ver qué? ¡Ver cuál es nuestro verdadero estado! Esa es la única forma en que podemos ser celosos y arrepentirnos, y solo nos podemos arrepentir es cuando dejamos de culpar a los demás.