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RESUCÍTAME

RESUCÍTAME




La historia de Martha por lo regular se ha visto como una mujer que no prestaba atención o que no se preocupaba por aprender del Maestro.

Juan 11
17 Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.
18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios;
19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.

Cuando una persona no entiende lo que es vivir en el reino solo da palabras de resignación.

Juan 11
20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.
21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.

Martha fue en busca del señor para solo hacerle el reclamo de lo que le paso a su hermano.
La pregunta es ¿Pero porque hiso el reclamo?

Porque ella permaneció mucho tiempo a los pies del maestro aprendiendo lo que el enseñaba.

Juan 11
22 Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
23 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
27 Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.

Ella conocía los secretos del reino. Había prestado plena atención a lo que el señor Jesús enseño.

Inclusive dijo una de las cosas más grandes que prácticamente nadie sabía. Mas su revelación no era del espíritu sino de la carne. Y era que sabía que él era el Cristo.

Mateo 16
16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Note que hay tres maneras de tener revelación de la palabra.
Por la carne. Por la sangre. Y por el espíritu.

Por eso aunque Martha sabía mucho, su revelación era en la carne. Pero maría no se queda atrás ya que cuando el señor la llama. Ella claramente maneja otro tipo de revelación y es el de la sangre. (Emociones)

Juan 11
28 Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama.
29 Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él.
30 Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado.
31 Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.
32 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.
33 Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió,

Una característica de este tipo de personas con revelación sanguínea es que siempre los siguen los que saben mucho de la palabra pero que no han nacido de nuevo conforme al reino como la que estamos viendo en el tema “reyes señores y sacerdotes”

Juan 11
34 y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.
35 Jesús lloró.
36 Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.
37 Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?

Y esto lo que no entendemos que para resucitar a una nueva vida tenemos que morir al viejo hombre.

Mateo 18
7 ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!
8 Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.

Juan 11
38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.
39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.
40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?

Por eso una de las características que tiene la revelación en la carne es que ha todo le pone lógica y no la fe que nos permite verdaderamente ver lo que es imposible.

Entonces para concluir; no solo Lázaro era el que necesitaba resucitar, sino cada uno de los que estaban en esta parte de la historia.

Por lo tanto si tú quieres ver la gloria de Dios. Quita la piedra que impide que veas el poder de Dios.

Porque hasta que no quitaron la piedra el señor no dio la orden de que Lázaro resucitara

Juan 11
41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído.
42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!
44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.

Pero esto no termina ahí, ya que el Señor les manda que le quiten las vendas a las manos, a los pies, y al rostro.

Muchas veces solo hablamos de las vendas de los ojos, pero no nos damos cuenta de las vendas que no permiten que nuestras manos vean la bendición, que nuestros pies vean la bendición y que nuestros ojos, oídos, boca, y mente vean la gloria de Dios.

Y la única manera de saber cuáles vendas son las que atan nuestra vida a la muerte, es teniendo revelación espiritual de la palabra.

Juan 3
3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.

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