ÚNGEME PARA HONRAR TU NOMBRE parte 4
Jeremías 1
4 Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo:
5 Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.
6 Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.
7 Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande.
1 corintios 1
30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;
31 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.
Ya hemos dicho que Cristo llega a ser en nuestra sabiduría. Pero también es nuestra justicia, santificación y redención.
¿Cuál es el significado de esto?
Primero hablaremos de lo que es la justicia.
Cristo ha sido hecho nuestra justicia
Por eso para presentarnos delante de Dios se requiere justicia, o sea ser justos
Si no tuviéramos que presentarnos ante Dios, el asunto de la justicia no sería tan importante.
Cuando un hombre se presenta ante Dios, debe ser justo, pues esta se relaciona con Dios cada vez que nos acercamos a Él.
Llenas de pecado están vuestras manos. No oirá tu oración.
Isaías 1
15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo;
17 aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.
18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
19 Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;
20 si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.
Aunque tenga un deseo genuino de crecer y avanzar en el camino del Señor, lo único que experimentara son altibajos, todo por causa de no tener claridad acerca de la justicia.
La justicia es un asunto sencillo pero fundamental.
Si no podemos ver claramente esto, no tendremos paz y siempre tendremos dificultades.
Esto nos llevara a que nos sentimos inseguros de una respuesta al acercarnos a Dios, y por eso tomamos nuestra buena conducta y la confundimos como justicia y base para nuestra relación con Dios.
Algunos creen que sólo si actúan bien y observan buena conducta, están en el marco de la justicia. Estos son los que toman su conducta como justicia.
El día que Dios abra nuestros ojos, entenderemos que para El, nuestra justicia no tiene nada que ver con nuestra conducta y que éstas son dos cosas completamente diferentes.
1 juan 2
28 Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados.
29 Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él.
Anteriormente creíamos que cuando veníamos a Dios, nuestra conducta era nuestra justicia. Pero ahora vemos que para acercarnos a Dios, nuestra justicia es Cristo.
Nuestra justicia ya no es nuestra conducta, sino que es Cristo.
Ante Dios nuestra justicia es Cristo. Podemos mejorar nuestra conducta pero no nuestra justicia, ya que ésta siempre es perfecta, por cuanto no es la nuestra, sino la del Señor Jesús.
Entonces como nuestra justicia es Cristo, podemos acercarnos a Dios por medio de ella. Nuestra conducta no está libre de transgresiones; pero nuestra justicia sí lo está, pues nuestra justicia es Cristo.
Nuestra conducta es nuestra justicia delante de los hombres, pero delante de Dios es el señor Jesús.
Debemos entender que el hecho de que Cristo sea nuestra justicia es la salvación más grande.
Dios ha resuelto el asunto de la justicia por nosotros.
Ya que la justicia siempre exige un pago o indemnización. Y la paga del pecado es la muerte.
Romanos 7
23 Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
La razón por la que somos dignos de presentarnos ante Dios hoy, será la misma dentro de diez años; pues nuestra justicia delante de Dios no es nuestra conducta, sino Cristo.
Si alguien no recibe la revelación de que Cristo es su justicia, no será capaz de acercarse confiadamente a Dios.
Necesitamos ver que la persona de Cristo es nuestra justicia. Debemos recordar que cuando nos presentamos ante Dios, nuestra justicia no es nuestra buena conducta, pues nuestra justicia no es una cosa, sino una persona, y es Cristo.
1 corintios 1
30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;
CRISTO HA SIDO HECHO NUESTRA SANTIFICACIÓN
Delante de Dios no nos justifica nuestra buena conducta. Sin embargo, no debemos ser descuidados.
Nuestra justicia delante de Dios está asegurada.
¿Pero qué debemos hacer con respecto a nuestra conducta y nuestro modo de vivir? Debemos tener presente que Dios no sólo ha hecho a Cristo nuestra justicia, sino también nuestra santificación, la cual tampoco es una cosa ni una condición, sino una persona, Cristo.
Dios ha hecho a Cristo nuestra santificación.
Hay muchos conceptos acerca de la santificación.
Piensan que Cristo les ayuda a ser santos, que los que cumplen las leyes son santos, que por que se apartan del mundo son santos, Pablo mismo dice que aunque hacen cosas buenas eso nos los conduce a ningún lado.
1 Corintios 1:30 se nos dice que Dios ha hecho a Cristo nuestra santificación.
No tenemos que tratar de santificarnos por nuestros propios esfuerzos ni con la ayuda de Cristo, pues Cristo mismo es nuestra santificación. Nuestra santificación es la persona de Cristo, en nosotros y no solo su ayuda. Porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande.
Efesios 2
10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Otras personas piensan que la santificación se obtiene gracias a que Cristo les da el poder para hacerlo. Oran pidiendo que el Señor les conceda tal poder, para así poder santificarse. Pero la Palabra de Dios no dice esto, sino que claramente establece que Dios ha hecho a Cristo nuestra santificación.
Nuestra santificación es un don, una persona, y no el resultado del poder de Dios.
Si no tenemos esta visión, no podremos ver la gran diferencia que existe entre estos dos conceptos.
Necesitamos la luz de Dios para ver que Cristo no nos ayuda a ser santos, ni nos da el poder para lograrlo, sino que Él es nuestra santificación.
Cuando dice sed santos está diciendo que tienes que tener a Cristo en tu vida.
Lo que consideramos una cosa es en realidad una persona. Nuestra santificación es una persona: es Cristo.
¿Tiene el poder el Señor Jesús de santificarnos?
Sí.
¿Entonces por qué seguimos siendo tan débiles ante el pecado?
Porque lo que queremos es que él nos limpie y nos santifique, no que nos gobierne.
Porque cuando tú quieres la santificación independiente del gobierno, es porque te gusta tener todo lo que él te ofrece, mas no a él en tu vida.
Por eso es que muchos viven en una aparente santidad por fuera; eso si, no le hacen mal a nadie, ayudan, pero por dentro esta ese deleite por el pecado aunque muchas veces no se llega a manifestar exteriormente.
Por eso aunque pedimos y sabemos que por la sangre de Cristo es que somos limpios; es que seguimos en el mismo pecado.
Lo único que podemos hacer es algo externo y considerarlo como santidad. Sin embargo, interiormente sabemos que eso no es genuino.
Lucas 11
39 Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad.
40 Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro?
Dios nos enseña; sed santos por dentro y por fuera. Pero no es el poder de Cristo lo que nos hace santos, sino Cristo mismo. El poder de Cristo nos limpia que es muy diferente a vivir en santidad.
Porque por nosotros mismos no podemos producir santidad. Aunque el Señor nos diera el poder para hacerlo, aun así no podríamos, ya que como vimos anteriormente él es nuestra sabiduría; y lo único que haríamos es lo mismo que hizo Adán y Eva. Fue entregarle todo al enemigo.
¿Cuál es el significado de que Cristo sea mi santificación?
Significa que lo único que deseo es que Cristo viva en plenitud en mí, ya que él es el único que tiene palabras de vida. Continuamente, y alimento del cielo.
Si pedimos el poder de Dios para ser santos, tal vez podamos ser santos por algún tiempo, pero tal santidad, será sólo el resultado de un buen comportamiento, de una buena actitud y de una buena intención; pero no será Cristo en mí.
Por eso cuando el Señor Jesús sano a los diez leprosos ve que solo uno regreso.
Los demás no permitieron que viniera la verdadera sanidad; que es ser limpios de la lepra del alma.
Por eso una de las cosas que debemos entender es que después de acudir al Señor, empezamos a ser santos, limpios. Pero tal santidad no será una labor, sino una persona viviente: Cristo mismo en nosotros.
Por eso no es un conjunto de cualidades, No son experiencias fragmentarias, sino una persona. Por lo tanto, si no tenemos a Cristo, no tenemos nada.
Cuando tenemos a Cristo como nuestra vida interior, El responde a todas las exigencias externas. Esta vida es una sola, pero según aparezcan las diversas circunstancias, se manifiesta en diferentes formas. Cuando el orgullo se presenta, Cristo se manifiesta como nuestra humildad. Si tenemos ansiedad, Cristo se expresa como nuestra paciencia. Y si el celo se levanta, El se manifiesta en forma de amor.
De aquí que las muchas virtudes tuyas no corresponden a tu propio comportamiento, sino a la respuesta de Cristo cuando habita en tu corazón.
Por lo tanto, la vida cristiana es un asunto que depende de cuánto sabemos de Cristo, no de nuestra humildad ni paciencia ni mansedumbre. Todo depende de Cristo.
Cuanto más conozcamos y tengamos a Cristo, más veremos que nuestras cualidades son el fluir de Él.
Todo lo que fluye de nuestro interior es Cristo. Las condiciones pueden variar, pero la provisión interior es la misma. Las manifestaciones exteriores son diferentes, pero la naturaleza es la misma.
Juan 7
37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Señor, gracias porque ahora entiendo que Tu eres quien debe actuar; eres mi justicia eres mi santificación.
Dile deseo que vivas y seas tú en mi”.
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