SEAMOS ESPECIFICOS CUANDO NOS HACERCAMOS A DIOS.
Mar 10:46 Jesús y sus discípulos pasaron por la ciudad de Jericó, y al salir de allí mucha gente los siguió. Junto al camino estaba sentado un ciego que pedía limosna. Se llamaba Bartimeo hijo de Timeo.
Mar 10:47 Cuando Bartimeo oyó que Jesús de Nazaret estaba pasando por allí, empezó a gritar:
—Jesús, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!
Mar 10:48 La gente comenzó a reprender al ciego para que se callara, pero él gritaba con más fuerza todavía:
—Señor, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!
Mar 10:49 Entonces Jesús se detuvo y dijo:
—Llámenlo.
La gente llamó al ciego y le dijo:
—¡No tengas miedo! Ven, que Jesús te llama.
Mar 10:50 El ciego tiró su manto, y de un salto se puso de pie y se acercó a Jesús.
Mar 10:51 Jesús le dijo:
—¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego respondió:
—Maestro, haz que pueda yo ver de nuevo.
Mar 10:52 Jesús le dijo:
—Puedes irte; estás sano porque confiaste en Dios.
En ese momento, el ciego pudo ver de nuevo, y siguió a Jesús por el camino.
El ciego Bartimeo clamo a Dios para que lo ayudara, su ceguera le impedía hacer muchas cosas y no le dejaba salir adelante, lo único que podía hacer era mendigar.
Al pasar el maestro los ciegos gritaban ten compasión de nosotros y ayúdanos.
Reconocían que él era el mesías
Reconocían que estaban mal.
Gritaba con insistencia
Mat 20:30 Junto al camino estaban sentados dos ciegos. Cuando oyeron que Jesús iba pasando, comenzaron a gritar: «¡Señor, tú que eres el Mesías, ten compasión de nosotros y ayúdanos!»
Tenían fe, e insistían por su milagro a pesar de que mucha gente quería callarlos.
Mar 10:48 La gente comenzó a reprender al ciego para que se callara, pero él gritaba con más fuerza todavía:
—Señor, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!
El señor se les acerca y les hace una pregunta específica.
Que desean que el maestro haga por ellos. Una pregunta específica con una respuesta especifica.
A estos hombres no les portaba tanto mendigar, lo único que ellos deseaban era poder ver.
Mar 10:50 El ciego tiró su manto, y de un salto se puso de pie y se acercó a Jesús.
Mar 10:51 Jesús le dijo:
—¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego respondió:
—Maestro, haz que pueda yo ver de nuevo.
Mar 10:52 Jesús le dijo:
—Puedes irte; estás sano porque confiaste en Dios.
Dios lo sabe todo pero necesita que de nuestros labios salgan peticiones específicas, llenas de fe.
Luc 18:40 Jesús se detuvo y ordenó que trajeran al ciego. Cuando el ciego estuvo cerca, Jesús le preguntó:
Luc 18:41 —¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le respondió:
—Señor, ¡quiero volver a ver!
Luc 18:42 Jesús le dijo:
—¡Muy bien, ya puedes ver! Te has sanado porque confiaste en mí.
Luc 18:43 En ese mismo instante, el ciego pudo ver, y siguió a Jesús, alabando a Dios. Toda la gente que vio esto, también alababa a Dios.
No basta solo con decir yo no le pido nada a Dios y que sea lo que Dios quiera
Es necesario acercarnos a Jesús y pedir algo específico con fe aunque tal vez tengamos muchas necesidades.
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