QUIERO EL MEJOR REGALO DE TI
Lucas 7
37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;
38 y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.
39 Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.
40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Dí, Maestro.
Alguien me acercó un cuento que leyó en alguna parte.
Se dice que, cuando un día el señor quedo solo y regreso la quietud a la casa donde él estaba, levantó la cabeza y miró hacia la puerta que había quedado entreabierta. Ve entonces Un muchacho tímido, que estaba allí parado, temblando y temeroso de acercarse al señor.
-Acércate -le dijo Jesús- ¿Por qué tienes miedo?
-la verdad no me atrevo, pues he visto que aquella mujer trajo un perfume de alabastro muy costoso, y yo no tengo nada para darte.
-pero el señor Jesús aun así le dice; Me gustaría que me dieras un regalo.
Aquel pequeño intruso enrojeció de vergüenza y balbuceó:
-le contesta - De verdad no tengo nada… nada es mío; si tuviera algo, algo mío, te lo daría…
Y buscando en los bolsillos de su pantalón andrajoso, sacó un poco de hilo que tenía para remendar su camisa.
-Es todo lo que tengo, contesto el joven. Si lo quieres, te lo doy…
-No -contestó Jesús- guárdalo. Quisiera que me dieras otra cosa. Me gustaría que me hicieras tres regalos.
Aquel joven se asustó de tal manera que pensaba que ahora si sería imposible acercarse al señor, pues como iba a conseguir tres regalos dignos de él, cuándo no tenía ni el primero, y más viendo lo que aquella joven le había entregado.
Pero aun así contesto
-Con gusto -señor - pero ¿qué?
El señor comienza diciendo lo que aquel joven le gustaría que le regalara.
Le dice
-Ofréceme el último de tus dibujos.
El chico, sorprendido, enrojeció. Y dijo
-No puedo… mi dibujo es «remalo»… ¡nadie quiere ni mirarlo…!
Pero el señor le contesta
-Justamente, por eso yo lo quiero… aprende. Siempre tienes que ofrecerme lo que los demás rechazan y lo que no les gusta de ti.
¿Tú piensas que aquella joven me estaba entregando el perfume de alabastro? No ella me estaba entregando era su corazón. Me estaba entregando su vida, una vida que nadie querría para ellos.
Además quisiera que también me dieras tu plato.
-Pero nuevamente sorprendido y aun mas, se preguntó; acaso el sabría lo del plato…
Contestando le dice; pero señor ¡lo rompí esta mañana! – tartamudeó, pues él sabía lo que verdaderamente paso para que el plato se rompiera.
El señor con ese amor para con aquel joven le dice:
-Por eso precisamente lo quiero… ya que nadie más querrá tener lo que está quebrado en tu vida, yo quiero arreglarlo…
Pero dime - le pregunta el señor.
Repíteme la respuesta que les diste a tus padres cuando te preguntaron cómo habías roto el plato.
El rostro del muchacho se avergonzó de tal manera que bajó la cabeza avergonzado, y tristemente, murmuró entre palabras.
-Les mentí… Dije que el plato se me cayó de las manos, pero no era cierto… ¡Estaba enojado y lo tiré con rabia!
-Eso es el último regalo que quería de ti -dijo el señor Jesús- que no me mintieras o trataras de engañarme a mí. Muchos de los que me siguen siempre tratan de engañarme de poner escusas para sus errores o de sacar provecho de lo que yo les doy o de lo que es mío como aquellos hombres que se enojaron por aquel perfume tan costoso, pues de eso no podían sacar provecho alguno
Te contare algo, le dice el señor; sabes de donde saco aquella mujer el perfume que derramo en mí. Yo se lo di, pues mío es todo. Por eso no te afanes en traerme cosas grandes si yo no te les he dado.
Pero nunca aprendas de aquellos que después de que yo les doy lo que deseaban en su corazón, nunca vienen como aquella mujer, a dar lo mejor que tienen sino solo lo que les sobra, como lo hacían los que estaban en el momento que aquella mujer vino.
Porque cuando tú me entregas tu corazón me entregas lo que nadie quiere de ti, pero no solo eso, sino que también entregas lo que más amas, y lo que más aman es su vida, lo que hay en su corazón.
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