PROFETAS
El profeta es un hombre llamado por Dios para que transmita Su palabra a los demás.
Para ser profeta se conjugan tres elementos muy claros: la elección de Dios, la función del profeta mismo y una orden, y todo esto dan como resultado una misión específica, no por voluntad de hombre.
La elección se describe en:
Jeremías 1:
4 Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo:
5 Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.
La función
Isaías 6
8 Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.
9 Y dijo: Anda, y dí a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, más no comprendáis.
10 Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.
Porque Dios es quien se reserva el derecho de revelar la palabra al que recibe la profecía
La elección y la función dan como resultado una misión:
Ezequiel 2
1 Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.
2 Y luego que me habló, entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y oí al que me hablaba.
3 Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día.
4 Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor.
5 Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos.
El ministerio se presenta como una llamada a la que el profeta es incapaz de resistir.
El mensaje que el profeta ha recibido, se trata de una palabra que tendrá efecto aquí y ahora, pero también lejos, y en el futuro.
Se trata de una verdad intemporal y universal. El profeta es enviado a hablar con sus contemporáneos, pero desde el momento en que lo que él dice está inspirado por Dios, el mensaje se vuelve imperecedero.
Una de las características del profeta es que tiene clara conciencia de su misión.
Este conocimiento y su enseñanza viene exclusivamente de arriba y esto es lo que le autoriza a utilizar las palabras "Así dice el Señor”
Amós 3:7-8
7 Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.
8 Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?
La misión de los profetas
Los profetas tienen como principal misión hacer volver al pueblo a las sendas antiguas, al buen camino. (Jeremías 6:16). Ellos se habían extraviado, así que los profetas tenían que hacerles volver al camino recto.
Jeremías 6:16
16 Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.
Por eso la importancia del ministerio profético. Aunque esta función la pueden cumplir hoy los apóstoles, los evangelistas, los pastores y maestros. Pero los profetas son los que muestran o enseñan los planes de Dios para su pueblo, y lo pueden hacer por medio de la palabra o por medio de una palabra especifica dada por Dios en ese momento; mas Dios se reserva el derecho a quien de todo los que la escucharon se le es revelada.
Pero hay que tener en cuenta que para los judíos, el buen camino y la senda antigua, era volver a la ley. Para nosotros, el buen camino y la senda antigua es Jesucristo.
¡Hay cristianos que han perdido el camino, han perdido a Jesucristo! Qué paradoja: en medio de la cristiandad hay cristianos que perdieron a Cristo. En medio de los cultos, de las alabanzas, de las predicaciones, en medio de los encuentros masivos, ¡hay cristianos que han perdido a Cristo! El Señor restaure, por tanto, el ministerio profético, para que muchos puedan encontrar lo valioso que han perdido, y desechar lo vano que han hallado. Desechar esa paja, ese oropel inútil, para encontrarse, con Cristo.
Los peligros que acechan al profeta
El mayor peligro que acecha contra el profeta, es suavizar el mensaje, por conveniencia o por temor. Como aquellos profetas “que han endulzado sus lenguas”, que han acomodado su propio mensaje como palabra de Dios.
Jeremías 23
28 El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová.
29 No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?
30 Por tanto, he aquí que yo estoy contra los profetas, dice Jehová, que hurtan mis palabras cada uno de su más cercano.
31 Dice Jehová: He aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas y dicen: El ha dicho.
32 He aquí, dice Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dice Jehová.
Muchos profetas en el antiguo testamento no querían ser odiosos ni antipáticos. Entonces ellos le predicaban paz al pueblo, aunque sus caminos fueran torcidos.
Ellos no miraban por los intereses de Dios: miraban por sus propios intereses. Ese es un problema que afectaba a muchos profetas en el pasado, y a los de ahora también. La gran mayoría de los profetas ‘que estaban bajo el servicio de un rey profetizaban mentiras, solo para ganar el favor del rey y no perder su posición.
Por eso un profeta no está para busque congraciarse con su auditorio, ni para que no busque hacer ganancia con la palabra de Dios, esperando dadivas a cambio, sino que esta es para ser fiel a lo que el Espíritu Santo está hablando.
Todo profeta es un atalaya
Todo profeta es un atalaya. Un atalaya es un vigía que se ubica sobre los muros de una ciudad. Él tiene una posición privilegiada. Él ve a la distancia a muchos kilómetros, y también ve cómo transcurre la vida cotidiana dentro de los muros. Está puesto allí para que vea cuando viene el peligro, o para indicar el camino puesto que lo ha visto.
Isaías 56:
10 Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir.
11 Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado.
12 Venid, dicen, tomemos vino, embriaguémonos de sidra; y será el día de mañana como este, o mucho más excelente.
Cómo Dios llama a un profeta
Un profeta verdadero tiene una revelación clara, primero que todo, de quien es Dios.
Ezequiel 1
1 Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios.
Ezequiel 1
3 vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová.
4 Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente,
5 y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre.
6 Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.
7 Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; centelleaban a manera de bronce muy bruñido.
8 Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados.
9 Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante.
10 Y el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo había en los cuatro cara de águila.
11 Así eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos.
12 Y cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volvían.
Ezequiel 1
22 Y sobre las cabezas de los seres vivientes aparecía una expansión a manera de cristal maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas.
23 Y debajo de la expansión las alas de ellos estaban derechas, extendiéndose la una hacia la otra; y cada uno tenía dos alas que cubrían su cuerpo.
24 Y oí el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como el ruido de un ejército. Cuando se paraban, bajaban sus alas.
25 Y cuando se paraban y bajaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas.
26 Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él.
27 Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor.
28 Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba.
Dios le muestra su gloria. Hay querubines, ruedas, muchas cosas extrañas...
Pero en el versículo 26 aparece un trono y Alguien sentado en el trono.
Así, pues, Dios se le revela a Ezequiel. Por tanto, lo primero es la revelación que él hace de sí mismo al profeta. ¿Cómo podría ir uno a hablar de parte de Dios si nunca ha visto o experimentado la gloria de ÉL?
Luego, Dios lo envía a su pueblo, aunque él le dice que será un pueblo rebelde; por eso la importancia de que el que es llamado a ser profeta primero tenga un encuentro verdadero con Dios; para que nunca dude de la misión que tiene y su convicción por la verdad no alterada
Ezequiel 3
1 Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y vé y habla a la casa de Israel.
2 Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo.
3 Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.
4 Luego me dijo: Hijo de hombre, vé y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras.
Buscar este blog
ANUNCIO
DEBIDO A PROBLEMAS EN EL SERVIDOR DE DIVSHARE. LA MAYORÍA DE
LOS AUDIOS ANTERIORMENTE SUBIDOS SE HAN
PERDIDO.
A PARTIR DE ESTE MOMENTO ESTAREMOS EN UN NUEVO SERVIDOR
ACTUALIZANDO TODO EN LA PÁGINA
DISCÚLPENOS POR LA DEMORA EN LA SUBIDA DE NUEVOS TEMAS.
ATTE: ICLV
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario